Se escribe mucho y se habla mucho acerca de la manida, pero necesaria, unidad de la izquierda, con este texto vengo a aportar mi granito de arena al debate. Si es que hay debate, porque no hay nada peor para que este no se produzca que las constantes voces tóxicas que salen diariamente en las redes sociales y en algunos medios de comunicación, atacando a quiénes vuelven a llamar a la unidad frente a la ultraderecha.
Como decía Federica Montseny, anarquista, primera Ministra de un gobierno español, en la II República, que nació justo un día como hoy, 12 de febrero de 1905 «Ahora no somos ni socialistas, ni anarquistas, ni comunistas, ni republicanos. Somos antifascistas, porque sabemos lo que representa el fascismo», deberíamos pensar en esto que dice, seamos lo que seamos cada uno y cada una, frente al enemigo que ya está aquí.
Yo me reivindico de izquierdas, claramente, y nunca he utilizado términos como no somos de izquierdas ni de derechas sino los de abajo contra los de arriba, ni cosas así, porque evitar la identidad ideológica provoca, entre otras cosas, que hoy nos encontremos con esta derechización de la sociedad en amplias zonas del mundo. Comencé a militar en Izquierda Unida en el año 1991, cuando estalló la guerra de Irak mientras era estudiante de Derecho en la Universidad de Alicante, en 2013, aproximadamente, me afilié al Partido Comunista de Andalucía, y, soy republicana desde que tengo conciencia de que la jefatura de estado no ha sido elegida por el pueblo, que vive de privilegios y a costa del erario público, además de que los valores republicanos son los que me representan porque considero que son los que más se acercan a hacer al ser humano, humano, libre, igual, y justo.
Dentro de estas calificaciones, me considero feminista, ecologista y antifascista. No creo en el sistema capitalista como el más adecuado para regir el mundo, porque es precisamente el gran generador de desigualdades y el que hace que haya una mayoría pobre para que se sustenten las riquezas de los millonarios.
¿por qué hablar de unidad de la izquierda que tantos errores nos está haciendo cometer? ¿de verdad es necesaria o mejor marchar cada cual por su lado?
Pues bien, yo, como decía Rosa Luxemburgo, abogo porque la lucha debe focalizarse en contra del capitalismo, que es la antesala del fascismo y como dijo Angela Davis, aún por fortuna entre nosotras, las causas de las clases trabajadoras, las mujeres y los pueblos racializados, migrantes y empobrecidos del sur global deben unirse para construir un mundo nuevo realmente libre. Por lo tanto, marchar cada cual por su vereda en otros tiempos podía ser factible, hoy, lleva al rotundo fracaso ante la emergencia de un retroceso en derechos más que palpable.
¿y qué hace falta para esa unidad?
Primero, es urgente que empecemos a hablar de nuevo de conciencia de clase, son muchos los ciudadanos que siendo de clase obrera ni de lejos se sienten tales y hoy están amparando discursos ultraderechistas, sin imaginar por un momento que los primeros dañados por sus políticas serían ellos.
Segundo, ya en los momentos actuales de la sociedad, y particularmente en España, es difícil, por no decir imposible, que haya gobiernos estatales con mayoría absoluta, creo sinceramente, que si algo aportó el 15M fue esto, la diversidad y la ruptura del bipartidismo como modos de gobernar, y, partiendo de esto, conviene no hacerse los puros para evitar cualquier unidad de la izquierda puesto que hoy por hoy, o gobernamos, mientras no seamos más fuertes, con la socialdemocracia que hoy representa el PSOE, con todas sus contradicciones y algunas cuantas políticas no necesariamente de izquierdas, o dejamos paso a la derecha y ultraderecha para que nos destrocen todos los derechos conquistados hasta ahora. Y no, no nos rasguemos las vestiduras, con un cogobierno con los socialistas jamás podremos poner en marcha un auténtico proyecto republicano, de izquierdas, laico, feminista, anticapitalista y antibélico, porque los número están ahí y cada uno con su fuerza puede hacer hasta donde llegue su cartera. No nos engañemos más, con falsos discursos como los que leo a menudo que dicen que con este Psoe no hace falta PP. Somos los que somos, y estoy convencida de que así seguiremos siendo, y con esa fuerza es con la que debemos gestionar el BOE.
Y es que, y ya me meto en vereda con las toxicidades que circulan por ahí, no es justo decir que este gobierno progresista de coalición no hace nada frente al genocidio de Gaza cuando quiénes lo dicen acaban de salir de un cogobierno y no hicieron nunca nada por ello, a sabiendas de que Palestina lleva 70 años de ocupación y ya se han producido varias barbaries contra el pueblo palestino. Tampoco es de recibo decir que este gobierno no es valiente porque no pone impuestos a las energéticas, con lo que obviamente estoy de acuerdo, porque también se cogobernó hace unos años y esto tampoco se consiguió. Y así, sucesivamente, con más reivindicaciones que se hacen hoy y que entonces brillaban por su ausencia, o, como es lógico, si se sabía, como se sabe, que con los números que tenemos cada fuerza se llega hasta donde se llega. Y sí, hablo de Podemos, que son los que más enquistados están en esto de hacer posible un frente común. Apelan constantemente a que no se hace todo lo posible, a que este gobierno no es suficientemente valiente ni de izquierdas, a que Sumar se ha vendido por cuatro sillones, a que IU y PCE siempre han cedido sus pretensiones a cambio de puestecillos para no morirse de hambre...y, oigan, es gravemente injusto escuchar estas cosas, porque si hay alguien que lleva años y años dejando de mirarse al ombligo poniendo todo su potencial organizativo a manos de la unidad, esa es mi organización, ese es mi partido. Que ha cedido plazas en la mayoría de los puestos de salida en las provincias pese a que luego se ha hecho todo el trabajo militante. Que no vengan a hablar de silloncicos quienes no dudaron en, pese a tener mi reconocimiento, colocar a Irene Montero de Ministra de Igualdad a candidata al Parlamento Europeo, que no la iban a dejar en un rinconcillo.
Y que no hablen de puestos quienes han pasado por todas las organizaciones habidas y por haber ocupando sillones por puro interés (esto dedicado especialmente a Raúl Solís que va de purista y nada está más alejado de la realidad, recuerdo que hoy trabaja para el medio de Pablo Iglesias, canal red)
Conviene recordar que, aunque ahora Podemos parece que está de subidón porque son los que más discursos radicales hacen frente a todo, es lo que tiene que ahora no estén en el gobierno, que cuando surgieron, no dudaban en no hablar de ser de izquierdas, de hecho renegaban de hacerlo, conviene recordar que atacaron por tierra, mar y aire a Izquierda Unida y al PCE hasta dejarnos en la nada cuando mejor estábamos, (cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas, pero no te acerques, a los pitufos gruñones les sonreímos y les decimos que algo habremos hecho bien...), y conviene recordar que los medios que ahora critican son los que los ensalzaron a ellos. Y pese a todo, tampoco asaltaron los cielos.
Desde que surgió el movimiento Sumar, con clara vocación de unidad pero fallida electoralmente, Podemos no ha parado de criticar a Yolanda Díaz, desde el minuto uno que fue elegida por Pablo Iglesias y que este salió del gobierno, no la han dejado respirar ni un segundo ante cada acción que ha desarrollado la Ministra de Trabajo. Está claro que como Ministra hace un gran trabajo y que como líder de la izquierda no ha conseguido su objetivo, pero no hay ser que aguante tanta matraca ni se puede ser tan dañino azuzando erre que erre contra una persona. Yo por lo menos me quedo tranquila sabiendo que en su cartera ministerial está haciendo todo lo posible por la clase trabajadora. Dentro de los límites que tiene por no ser fuerza mayoritaria de la coalición.
Llegados a este punto, y dejando a un lado todas las rencillas que no sirven más que para encrespar al electorado, para hacer perder la esperanza a unos a costa de que otros se crean los reyes del mambo, sería bueno que dejáramos de pensar en lo que somos individualmente o como colectivo dentro de una organización, como decía al inicio la Montseny, y fuéramos capaces de articular un movimiento que nos entusiasmara a todos y todas, sin vetos, sin exclusiones (que por ahí quizá esté uno de los errores de Yolanda Díaz), que todas pongamos nuestra mejor versión, como se diría en La Sustancia, pero sin atacar a la peor, porque al fin y al cabo es lo que somos. Sería bueno pensar muy seriamente en que los Trump, los Netanyahu, los Orban, los Milei, las Le Pen, las Meloni, los Abascales, los Alvise y toda la caterva de medios que los propagan, ya están aquí, no se trata de decir qué miedo que vienen, sino de tomar conciencia de que ya los tenemos en todas partes, que existe una amenaza real de que se hagan con el poder en nuestro país, que ya hemos visto la alianza patriótica de la ultraderecha en Europa, que seamos conscientes del enorme daño que pueden hacernos si gobiernan, que disolverán las organizaciones no gubernamentales que tanto han hecho por los derechos humanos, las asociaciones feministas, ecologistas, las que luchan contra el cambio climático, que acabarán con la Agenda 2030, que, aunque ambiciosa, dista mucho de haber conseguido sus objetivos pero no podemos perderla de vista, que nos saldremos de la OMS, del consejo de derechos humanos, que romperán el pacto de estado contra la violencia machista, que empezarán a perseguir a los inmigrantes y a expulsarlos, que destrozarán el estado del bienestar, nuestro estado de derecho, porque no creen en la democracia. En definitiva, que deberíamos ponernos muy en serio a reflexionar sobre el futuro que se nos viene encima, por nosotros y nuestros hijos e hijas, por las generaciones futuras. Porque si lo público cae, caen los derechos y la igualdad de oportunidades, generándose más pobreza y desigualdad.
Sí, es hora de olvidar el pasado reciente de tantos intentos unitarios y empezar a fraguar una unidad más ambiciosa, menos fanática de los liderazgos, más en pie de calle con la gente que sufre la explotación, la precariedad, la falta de vivienda...es hora de que nos demos cuenta, y ahora sabemos que sí es real, que la democracia está en peligro, que es el sistema dentro de la imperfección, más solidario y justo que existe.
Es hora de, como dijo el aún todavía vivo Pepe Mújica, para conseguir un cambio como país, se debe buscar la unidad, no importa la diversidad de ideologías, porque un pueblo que no se une, sucumbe. Y recordar a Federica, sabiéndonos todos antifascistas porque sabemos lo que representa el fascismo.
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