Sin perder la esperanza soñar, reír y llorar.
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Sin perder la esperanza, a veces se pierde
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Vida

lunes, 4 de enero de 2016

El feminismo no es un postureo como no lo es ser comunista ¿lo somos o no?


El pasado 31 de diciembre los que queríamos a Ana Paula Cid, amanecimos con la triste noticia de su ida. Su ida hacia esa nada a la que vamos los no creyentes, pero que por fortuna su vida que era el todo, nos ha permitido conocerla y disfrutarla y con ello llevarla siempre en nuestra memoria mientras sigamos vivos. Porque si algo tienen las buenas personas, esas que te marcan en la vida, es que podrán morir físicamente pero nunca podrán hacerlo cuando han caminado en ella bajo la honestidad y la sinceridad. 

Conocí a Ana Paula en el año 91, cuando me afilié a Esquerra Unida de Alacant, y posteriormente tras una etápa convulsa en el interior del Partido Comunista ambas nos fuimos a Nova Esquerra, cuando la mayoría de los trasladados lo hicieron al Psoe, Ana entre ellos, yo me fui a casa y dejé la militancia durante alrededor de cinco años, esto es algo que sigo teniendo claro: mi libertad está por encima de falsos llamamientos y de pertenencia a nada por imposición, se cual es mi clase y no creo en los comunistas de carné que se creen que lo son por entonar más alto la internacional, levantar muy firme el puño o arroparse con una bandera de la hoz y el martillo, no, para mi eso no es comunismo, ser comunista es mucho más, es caminar con el ejemplo y solo y tan solo en eso es en lo que creo.

No se en qué momento el PCE abandonó en buena medida la lucha ideológica, la lucha de clases y empezó a dejarse llevar por modas y aceptar a cualquiera en sus filas, no se si el PCE es consciente de ello, quiero creer que sí, y, por lo que he leído estos últimos días, no de su secretario general pero sí de otros, parece que algunos pretenden que sigamos por el mismo camino. La verdad no es de unos pocos pero ciertamente hoy en el aniversario de la muerte de Albert Camus prefiero ser inocente y no invertir un segundo más en dar explicaciones, es preciso tener claras las mimbres con las que queremos reconstruir la izquierda. Pero obviamente eso no significa que me calle, antes morir que perder la vida.

Asambleas más abiertas, programas participados, elaboración desde abajo...¿cuando hemos dejado de hacerlo? ese no es el problema, ni por asomo, y si el debate va por ahí y dejamos que eso sea la verdad lamentablemente el camino escogido será nuevamente erróneo. Hay "gente" a la que esto le viene muy bien para conformar sus mayorías anticomunistas, otra "gente" entre las que me encuadro que sí creemos en esto pero que no vemos novedad alguna en esta propuesta y hay otra "gente" a la que en realidad esto se la trae al pairo, no es lo que esperan de nosotros, y parece que algunos no quieren enterarse, tampoco se trata de vaciar los órganos políticos y convertirlos en un mercadillo, donde ya no se hable en confianza y donde hasta el más descerebrado ideológicamente pueda tener altavoz, de eliminar carnés y de dejar de pedir cuotas para pertenecer a la "nueva cosa política". En mi opinión, que es tan válida como la de cualquiera, por ahí no van los tiros. 

La mayoría de nuestros problemas vienen desde dentro (porque en referencia a lo externo sinceramente parecemos nuevos y nos creemos todo lo que el sistema/régimen quiere que nos creamos, así vamos actuando y así nos va) y si la ceguera nos impide darnos cuenta de que para matar monstruos primero hay que aceptar que existen como decía Cortázar, no habremos hecho más que perder el tiempo y yo personalmente no pienso perder ni una décima de segundo. 

Si al final esto acaba en debates en falso qué poca querencia a un gran partido (el comunista) y qué poco respeto y conocimiento de cómo han ido las cosas internamente estos últimos tiempos. Si las mimbres con las que construir ese nuevo sujeto político, ese nuevo instrumento del que habla Garzón y en el que yo creo (y por eso participé en Unidad Popular como tantas otras y como tantas otras no, que todo hay que decirlo) se basan en aceptar todo, mal vamos, si se basan en aglutinar a cualquier tipo de gente, aunque no tenga ideología, aunque sus hechos confirmen que su único objetivo es el oportunismo, en la sobredosis de egos que anda ya hace tiempo en nuestras filas, conmigo que no cuenten y estoy convencida de que seremos muchas las que desaparecemos. Sería interesante que el PCE se planteara las campañas de afiliación desde un punto de vista ideológico y se huya de la permisión de entrada a cualquiera sin más ánimos que engrosar cuantitavemente al Partido,  calidad no cantidad es lo que necesitamos.

¿Por qué he relacionado todo este futuro incierto con mi amiga Ana? muy sencillo, porque aunque se fue al Psoe fue una combatiente interna contra el aparatismo paralizador, contra los monstruos antiguos y nuevos que se aferran al poder para mantener miserias, porque fue una luchadora por los ideales sin fe ciega hacia las personas por el mero hecho de ser del mismo partido y porque si queremos construir algo radicalmente feminista será con mujeres o no será, pero no olvidemos que ser  mujer ni nos convierte en comunistas, ni en feministas ni mucho menos por pertenecer a uno y defender lo otro tener conciencia de clase.

No caigamos en aceptar que todo valga, no se pueden respaldar supuestos feminismos que actúan haciendo políticas contras las mujeres, que no apoyan a las mujeres que se encuentran en diferentes conflictos laborales, que juegan sucio contra las que están paradas, que hacen anticampañas contra movimientos feministas por el simple hecho de que no los controlan, que no hacen trabajo militante porque solo creen en su ego protagonista y únicamente vuelcan su esfuerzo en hacer oportunismo barato que para nada tiene que ver con el supuesto proyecto colectivo que pretendemos recuperar. No, no me vale tan chiquita la revolución para las mujeres, y no, todas las mujeres no nos representan, y no aceptaré estar en lugares dónde se les de partida a quienes podrían estar en la socialdemocracia y que al final sólo va a contribuir a otra nueva derrota para la clase trabajadora. 

Y por supuesto que lo que seamos las mujeres y quien nos represente y hable por nosotras, tendremos que decidirlo nosotras, el patriarcado está instalado en todas partes, sí, también en la izquierda y por ahí empieza la revolución feminista, por nosotros mismos.

Por eso entre otras muchas cosas admiraba y quería a Ana porque fue una de mis maestras en el conocimiento del feminismo, porque no dejó un solo día de luchar contra la desigualdad desde un posicionamiento humilde y colectivo. Gracias a ella aprendí a crecer como madre, a saber que las ciudades no están construidas desde el punto de vista de género, a conocer a nuestras antecesoras que tanto hicieron por nuestros derechos como mujeres pero sobre todo conocí a una persona íntegra, honesta y cuyo optimismo superaba fronteras. Ese optimismo que la mantenía viva tras varios años de cáncer y que finalmente se la ha llevado pero que permanecerá siempre en el corazón de las que tuvimos la inmensa suerte de compartir con ella la vida.

El feminismo no es un postureo como no lo es ser comunista, es una forma de vida y quien la utilice para su interés propio no deja de ser una bazofia dañiña para los intereses de las mujeres. Sin mujeres no habrá revolución pero no olvidemos que hay que tener conciencia de clase y las que no pertenecen a nuestra clase, y sólo aparecen por intereses protagonistas podrán gritar que son feministas, pero sus intereses son exclusivamente personales. Lagarde, Merkel, Cifuentes, Soraya...todas son mujeres pero sabemos de sobra que a las feministas de clase no nos representan.

Si el cambio interno va a venir para aceptar todo como válido y recurrir nuevamente a esas cosas que no son las que necesita la gente no va a haber cambio y tendrá responsables, supondrá que nos seguimos mirando el ombligo y que pretendemos crecer con cualquier método y sin principios, los debates falsificados para que todo siga igual solo favorecerán a los de siempre y muchos pasaremos a la historia, porque si reivindicamos valores que no se queden en sloganes y arengas, y para eso hay que dejar de ser tan ignorantes y depurar responsabilidades, más vale ponerse una vez rojo que cien veces amarillo. Confío en que seamos valientes y los cimientos de esta nueva etapa sean lo suficientemente sólidos como para no estar sujetos a vaivenes de intereses personales y tengamos clara nuestra propia existencia: la lucha contra las desigualdades teniendo todos muy presente el enemigo, el capitalismo.

Si no es ese el camino elegido y como decía Lenin acabamos con el oportunismo que es un bloqueo constante para luchar contra los intereses del capitalismo, una, como mi amiga Ana Paula, no dudará en enfrentarse a lo que haga falta y pongo por testigo a todo aquél/aquella que haya querido leer esto.

Daría lo que fuera por no quedarme otra vez huérfana políticamente, y me mantengo en la esperanza de que construyamos ese gran espacio político de izquierdas y de unidad ideológica y de masas. Como lo único que tengo es la memoria y la dignidad, tan sólo esa reconstrucción con esos valores tendrá mi reconocimiento.































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