Sin perder la esperanza soñar, reír y llorar.
Sin perder la esperanza observar, aprender y actuar.
Sin perder la esperanza, a veces se pierde
Pero gracias a la resistencia humana en los lugares más inhóspito y hostiles no tenemos más obligación que resistir y persistir en ti.
Vida

miércoles, 11 de agosto de 2010

La escritura o la vida, que diría Jorge Semprún

Escribir para vivir. Inicio este blog escribiendo por primera vez desde que volví hace once días de mi primera experiencia de cooperación. No ha sido fácil, aunque necesaria. Vivir una semana en Palestina ha supuesto darme cuenta de la cantidad de cosas que nos pasan desapercibidas en causas que como esta, los que militamos en la izquierda o se denominan de izquierdas, creemos más o menos saber lo que sucede. Sabemos menos que mas, esa es la realidad.

No voy a inventarme que escribir. Es tarde ya he invertido bastante tiempo en crear este espacio, que si plantillas, colores, letras, fondos, gadgets, edición de mi perfil... Recupero el último texto que escribí.

Bethlehem, lunes 2 de agosto.

Sabíamos que era duro. Pero verlo es la realidad y la cotidianeidad de la violencia es insoportable. Me pregunto como pueden resistirlo. No tienen nada que perder, solo pueden aspirar a sobrevivir y algunas veces su protesta, su medio de respuesta a la muerte genocida del régimen israelí es la inmolación o algún ataque siempre de contenido menor al invasor.

No me gusta la violencia, pero puedo entenderla del que ya no puede perder más que su propia vida.

Bethlehem. Amurallada y alambrada. Vigilada. Tierra Santa donde nada lo es. Me niego a que se vincule lo santo a la bondad. Controles para entrar. Controles para salir. Por suerte la gastronomía es buena, me adaptaría.

Hay tanta violencia implícita en cada gesto, cada movimiento. Cada acción. Me pregunto como pueden soportarlo. Vamos a Ramallah y en el check point 2 soldados irrumpen en el autobús armados hasta los dientes. Desde ese momento me hago débil durante ese día. Lloro y recuerdo a algunas de mis mujeres. A mi abuela que murió hace un año y que sabía perfectamente qué era la violencia. Y a mi madre, que también lo ha sabido. Y me oculto tras los cristales y lloro aún más. Es tan fácil acabar con alguien que tanto poder y tanta corrupción genera asesinos. La corrupción política, la corrupción financiera y el aparato militar al servicio del ciudadano.
Eran jóvenes, un hombres y una mujer con sus metralletas, ellos tres años de servicio militar, ellas dos. En ese autobús, que fue otra casa para las compañeras que decidimos embarcarnos en este viaje, en un instante se hizo el silencio y en el mientras una idea macabra pasaba por mi mente "a alguien se le cae algo de una estantería, se dan la vuelta y ..." Tuve un mal día. El día de descarga. Aunque no fue el único.
Entramos en el campo de refugiados de Ramallah. Marhaba (Bienvenida). Siempre así. Nos reciben bien. Las mujeres van todas de negro. Me pregunto si están de luto, una está embarazada, otra porta un bebé de cuatro o cinco meses. No, es la tela más económica. Niños por todas partes. Un kilómetro donde viven 8500 personas. Me impresiona.
El impacto del muro fue tremendo. Enorme. Cargado de odio y pintando de amor, de rabia, de tristeza y de esperanza. Muro que hoy se erige desvergonzadamente rodeando sin piedad una casa a la que abandona en el aislamiento. O muro que parte otra en dos. Si un niño tardaba antes cinco minutos en llegar a la escuela, con el muro, ahora puede tardar una hora.
No se cuantas lágrimas debieron caer mientras se construía ese horroroso monumento a la segregación, no se cuanta impotencia y rabia contenida fluiría por esos nervios palestinos al ver como una mole de piedra le tapaba el sol de su casa, le separaba de su vecino, le quitaba un cultivo o perdía la mitad de su casa. No se como pueden vivir aquí.
Pero sí se una cosa: que esta es su tierra, que la venganza, el orgullo y el poder son los móviles de Israel hacia este sufriente pueblo y que estas gentes están en la que siempre ha sido su tierra. Y que tendrán que matarlos a todos pues no se irán de estos territorios. Les pertenece. Ansiada patria, ansiado Estado Palestino.
Israelíes y palestinos pueden convivir, lo han hecho. Ahora lo tienen difícil. Los propios israelíes que combaten la ocupación corren graves riesgos. No hay solución sin dos estados, no hay solución sin reconocimiento. No debe haber solución sin indemnización.

Me han dicho que ayer bombarderon en el desierto del Negev. Al norte de Cisjordania. La Delegación, no sin previo debate, decide acudir ya que lo teníamos previsto. Ahora que estamos aquí, tiene mas sentido que nunca estar allí. Hace muchísimos años que nadie atacaba a los beduinos y las beduinas. 30 casas han desaparecido y 3 vidas se han perdido. Asesinados en medio del desierto, destrucción de viviendas, niños, mujeres, hombres, bajo una jaima y recolectando lo que queda de los desechos, somieres, tejados de uralita, palos...Hasta en estos lugares no dejan vivir a la gente.

Nos encontramos con tres mujeres beduinas y con sus hijos que se quedan con ellas.
Su máxima es la resistencia. Y lo entiendo. un bebé de pocos meses permanece dormido bajo una sábana. Una niña de quizá 9 o 10 años se queda al lado de su madre mientras otros niños han sido evacuados hacia otro poblado beduino. Su mirada me puede. Y de esa mirada son el resto de las miradas que quizá os cuente en otra ocasión.

Cuanta prepotencia, cuanta chulería, cuanto odio. Cuanta violencia.

2 comentarios:

  1. He llegado a su blog desde su Twitter. Que se hayan cruzado insultos no la exime a usted de rectificar la afirmación que inició la polémica.
    Decir "sionistas" para descalificar me parece, para decirlo suavemente, un error.
    Saludos

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  2. Disculpe, cuando hablé de sionistas resalté de "sionitas que defienden el régimen genocida israelí" y en eso, me mantengo, yo respeto mucho al pueblo judío, no así al gobierno de Israel, no confundan mis palabras. Saludos

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