Sin perder la esperanza soñar, reír y llorar.
Sin perder la esperanza observar, aprender y actuar.
Sin perder la esperanza, a veces se pierde
Pero gracias a la resistencia humana en los lugares más inhóspito y hostiles no tenemos más obligación que resistir y persistir en ti.
Vida

jueves, 3 de marzo de 2011

Por qué voy


De vez en cuando me hago esta pregunta, y cuando no encuentro motivos por los que ir entonces pienso en tí.

Pienso en como seguirá tu reuma en ese bloque de casas que se caen por la humedad. Vivir en ese ambiente lóbrego y frío no es muy sano para las personas.

Pienso en mi vecina que una mañana me contó su vida y ese día quedé convencida de que nunca es suficiente, en violencia de género hay que invertir dinero pero también experiencia, un plan especial de educación en igualdad así como protección y seguimiento contínuo, además de que se valoren los datos telefónicos para identificar la zona de las llamadas y hacer algunas rondas durante algunas noches según también el mapa de llamadas ¿no es tan difícil no? o sí, pero por lo menos que se intente de modo muy apegado al terreno: a las viviendas, a los barrios, al tipo de mujeres. Lo que se dice de modo integral.

Pienso también en esa niña que se sube todas las mañanas en la línea 8, que está preñada, de su sexto hijo.

Pienso en los que están en la calle, que la noche es fría y yo estoy muy a gusto en mi brasero.

Pienso en ellas, las que trabajan del sexo, y siento que estén perseguidas cada vez en más capitales de provincia de nuestra península. La ley de vagos y maleantes ha vuelto.

A menudo pienso que no voy y me siento bien. Cuidado, Orden, Descanso, Prioridades, Organización. Y desaparezco.

Ni patrón ni marinero.

Pero voy porque recuerdo tu mirada en el desierto, por la de aquél niño que me llevó de la mano a su casa y su hermana me pintó la henna en ella mientras su madre me ofrecía un té con dulces árabes.

Voy porque sufro cuando pienso en esas mujeres cuyas vidas no son conducidas por ellas mismas sino por sus cónyuges ultraortodoxos. Aniquiladores directos de la mujer.

Voy aunque no se muy bien como, voy aún con mi resistencia a ir, voy pese a todo. Voy sintiendo que no quiero ir. Voy por que creo en la política como instrumento para cambiar las cosas y porque hay muchas personas que se sienten atraídos por nosotr@s. Voy porque sí creo en la izquierda y porque esta es la clave para hacer políticas pensadas para las personas. Voy porque como mujer debo co-responsabilizarme en lo público para que luego no se diga que no se ve mujeres en política.

Pienso en toda esa rebelión social que se está produciendo en el mundo árabe y como los sueños quijotescos son universales hasta ellos ven al magnífico personaje cervantino "como un símbolo del devenir contemporáneo de los pueblos árabes, cargado de idealismo y retórica pero impotente ante la fuerza aplastante de la realidad" (wikipedia) y como no pensar en esos otros países europeos como Francia, Portugal, Grecia, Inglaterra e incluso en las mujeres que se han levantado contra Berlusconi, pienso en sus revueltas, y pienso en todos los heridos y muertos que de algún modo son nuestros pues compartimos el mismo espacio vital.

Las torturas, los asesinatos, las violaciones, son también nuestras, es como el vecino que oye como su otro vecino está maltratando a su mujer, tiene que denunciar ¿no? pues con lo anterior igual, no me gusta ser cómplice de la violencia ni de la violacion sistemática de los derechos humanos y tenerla como norma.

Pienso en cuanta gente conozco que no tiene trabajo, en los que sí lo tienen pero no se conforman con salarios míseros, horarios insostenibles y precariedad y se posicionan públicamente en contra de los intereses de la empresa que no son los derechos de los trabajador@s.

Pienso en la soledad, en la del enfermo, la de la anciana, la del que siempre está solo y en la soledad acompañada, que también ocurre.

Pienso en la calle como lugar de convivencia y de encuentro de l@s vecin@s de una ciudad, de un barrio y pienso que en Granada esto está cada vez más difícil, pienso en los derechos individuales y en la libertad de movimiento, en la libertad de expresión, que poco a poco se está queriendo hacer desaparecer.

Pienso en esas 18.765 mujeres granadinas que están demandando empleo y en las dificultades de acceso al mundo laboral de aquellas mayores de 45 años, y pienso que debo ir.

Pienso en esos niñ@s que trabajan en lugar de estudiar, que rebuscan en los estercoleros nuestros deshechos para llevárselos a la boca o venderlos como chatarra, pienso en esos niñ@s que no pueden acceder a una educación pública y de calidad.

Pienso en el voraz mundo en el que van a tener que buscarse la vida mis hijos.

Voy porque mucha gente nos acompaña en esta batalla contra el capitalismo, voy por su compromiso y su responsabilidad. Voy porque con ellos Granada puede tener un Ayuntamiento capaz de gestionar cualquier área con respeto hacia las personas y nuestro entorno.

Iré aunque sin cadenas, sin libertad no puede haber compromiso. Solo hay una, la que me une a todo lo anterior para ir.

1 comentario:

  1. Estás en una literatura reflexiva, y a la vez reivindicativa. Estás en un espacio y tiempo que no te permite NO IR. Estoy muy de tu lado, tanto en las reflexiones como en las ideas, como en las ACCIONES. Y sobre todo en las REIVINDICACIONES.
    Un beso

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