Sin perder la esperanza soñar, reír y llorar.
Sin perder la esperanza observar, aprender y actuar.
Sin perder la esperanza, a veces se pierde
Pero gracias a la resistencia humana en los lugares más inhóspito y hostiles no tenemos más obligación que resistir y persistir en ti.
Vida

miércoles, 9 de marzo de 2011

Occidentales


Recién llegada estoy de una conferencia organizada por la Diputación de Granada en materia de derechos humanos y yo que soy una oyente hiperactiva me vuelvo a casa con la sensación absurda de porqué no he intervenido diciendo lo que pensaba del tema en cuestión que se estaba tratando: El Magreb y la inmigración.
He podido escuchar a Iñaki Gabilondo, Luis García Montero, Miguel Ríos y Said Jedidi, presentado por el siempre explícito socialista presentador de los informativos de Granada televisión Agustín Martínez.

Aunque en general al escuchar a cada uno de los ponentes, aquí no se puede utilizar el género porque efectivamente como dijo una mujer en el turno de palabras, no había ninguna mirada femenina en la mesa, digo, que estando en la mayoría de sus intervenciones de acuerdo, me he quedado con las ganas de plantear algunas cosas.

Dignidad, democracia y justicia, palabras todas muy grandes y que eran las que se han calificado como la cuestión de base por la que el mundo árabe, de población mayoritariamente joven, está intentando ejercer su derecho a elegir libremente como quieren vivir: sin dictaduras y siendo dueños de su propio destino.

Me referiré fundamentalmente a la intervención de Gabilondo. Mirar al otro desde la perspectiva de que su problema también es nuestro. Completamente de acuerdo, pero con un matiz: mirar al otro, y a la otra, desde la diferencia y desde el respeto a la cultura de cada cual.

Occidente siempre ha actuado ante cualquier conflicto y ante cualquier suceso, al que ya le asigna automáticamente el calificativo de "problema" con una prepotencia tal que es la que le da el poder acudir a "X" lugar con el aval de su riqueza, pero solo con eso. Frente a la magnitud de la cultura y de la sabiduría de otros pueblos, nosotr@s cuando acudimos a ellos lo hacemos desde esa mirada supraeconómica.

Gran error. Como bien decía Said Jedidi, el pueblo árabe tiene una cultura inmensísima, leen, saben leer y se informan. Y eso es lo que hace que Occidente acuda a ellos con la cartera bajo el brazo, pues así se esconde lo que verdaderamente oculta: el miedo al que sabe, aunque sea pobre, aunque sufra violaciones de derechos humanos, aunque se sea torturad@, porque como much@s sabemos la cultura y el conocimiento es lo que nos hace libres. Y esto a los árabes no les falta.

Occidente siempre ha ido a enseñar a los demás, porque disponer de dinero parece síntoma de conocimiento. Y esto nos pasa hasta a l@s que nos creemos que lo tenemos todo claro, que somos de izquierdas, con conciencia de clase, con conciencia de solidaridad y de justicia, qué no hará quien efectivamente cree que por tener una cuenta corriente holgada se dirija a estos países.

Recuerdo el viaje a Palestina, que también se ha nombrado en la mesa redonda. Y me acuerdo de nuestro primer día, cuando esas mujeres por la paz llegábamos con una enorme ilusión a colaborar y a ayudar en lo que pudiéramos a las mujeres de allá. Primer encuentro, primer fracaso. Casa de Acogida de Mujeres víctimas de violencia de género en Belén. Quien no salió algo frustrada de allí tras la jornada de la mañana creo que no me equivoco si digo que miente. Por la tarde fue mejor porque por suerte somos chicas listas (jeje) y aprendemos rápido, pero la experiencia primera fue terrible: allí llegamos las Occidentalitas a contarles a ellas como son nuestras víctimas de violencia de género, como se visibiliza esta cuestión y como se ayuda a las mujeres a salir de la espiral de violencia (que tampoco es que sea fácil precisamente fácil), y te quedas perpleja y muda porque te das cuenta por sus respuestas que nuestra violencia de género en nada se parece a su violencia de género, hay maltrato físico y psicológico, sí, pero radicalmente distinto y con unas connotaciones y un tiempo evolutivo absolutamente desigual a como lo vivimos nosotras en Occidente. Primera clase de chicas "ricas" a chicas "árabes" donde muchas nos sentimos ridículas.

Pero es que no es solo esa prepotencia al tratar las cosas que nos son ajenas, sino que además no las miramos desde una perspectiva adecuada. No me gusta nada que a la inmigración se le considere un problema, que también lo ha dicho Gabilondo. En el momento en que calificamos algo como problemático ya le estamos señalando, entramos en la negatividad y por lo tanto en la estigmatización. La inmigración es un fenómeno social, al igual que la revolución que está ocurriendo en todo el mundo árabe, y ahí sí le doy la razón: la paciencia al final estalla, todo tiene su momento, y el momento en el que el pueblo se rebela solo lo sabe él mismo. Aunque tod@s los occidentales supiéramos hace décadas que estos regímenes eran dictatoriales y vulneraban constantemente derechos humanos la clave está en ellos pues list@s vamos si tenemos que esperar a que la batuta política, dirigida por el mercado y por las bolsas, nos mire a los seres humanos salvo cuando les representamos "un problema". Y ese es el problema.

Luís García Montero apelaba al magnífico lugar en el se estaba produciendo la conferencia: la Facultad de Derecho, y ha nombrado a ilustres Catedráticos, maestros de lo jurídico pero también en lo que es el propio significado de la justicia y el derecho.

Yo me afilié a la organización en la que estoy cuando hacía Derecho, porque tuve un profesor de Derecho Constitucional, que luego acabó siendo compañero, Manuel Alcaraz, que se atrevió a hablarnos del conflicto del Golfo Pérsico, el del 91, y nos invitó a ir a una velada por la paz en la Plazoleta de la Biblioteca Municipal, enfrente de la Playa del Postiguet. Ese día aprendí lo que hoy soy, pero además descubrí que todo está desvirtuado, que el lugar donde se aprendía Derecho, era una enorme burbuja en la que cientos de alumn@s estaban escondidos ajenos a esa realidad paralela y que, aun en ese espacio de cultura y conocimiento, nada les haría aprender nunca algo sobre lo que sucede al otro lado de las paredes de una Facultad pues nunca tocarían la realidad desde el punto de vista de los derechos y los valores de la justicia, desde la mirada a l@s otr@s, a los seres humanos, sino de ese otro punto de vista occidental: el de saber que tras terminar la carrera tenías un despacho esperándote, o unos recursos económicos importantes como para permitirte pasar cuatro o cinco años más encerrado nuevamente ante un preparador/a y convertirte en esa notaria o ese juez, que adoptará decisiones importantes en la vida de las personas, sin conocer nada sobre ellas.

Me ha gustado saludarles, y escucharles, pero no tanto. Me quedo con la frase de Luís: "debemos ser capaces de reivindicar La Política frente al Gerente", o sea, reclamar que las ciudades se ordenen pensando en lo colectivo y desde lo colectivo, no desde una concepción mercantil de la ciudadanía.

Cuanto que aprender. Y cuanto nos queda en Occidente para asumir que somos los dueños de nuestro destino. No somos más listos que ell@s.


1 comentario:

  1. Personalmente (soy Said Jedidi) me hubiera gustado escuchar una pregunta (o una reflexion)de Maite Molina..tanto mas que el tema: Derechos Humanos en el Magreb (la verdad es que resulto en elmundo arabe)es algo que IU se intereso en prioridad en la epoca de Anguitay cuando muchos no tenian ni "zorra" idea de lo que era el Magreb.

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