Sin perder la esperanza soñar, reír y llorar.
Sin perder la esperanza observar, aprender y actuar.
Sin perder la esperanza, a veces se pierde
Pero gracias a la resistencia humana en los lugares más inhóspito y hostiles no tenemos más obligación que resistir y persistir en ti.
Vida

lunes, 9 de enero de 2012

Hoy, a 104 años de su nacimiento, Simone


La escritora de Memorias de una joven formal o El segundo sexo cumpliría hoy más de un siglo de vida, nació tal día como hoy, 9 de enero de 1908 y murió con 78 años. Mi necesidad de hablar de mujeres que han luchado en su vida, y que lo han hecho además por los derechos de "nosotras", esta tarde, tiene que ir dedicada a ella.

Porque entre otras muchas mujeres ha sido otra de las grandes de las que he aprendido. Su lectura es obligada dentro de la literatura feminista y recomendada para todas aquellas que se pregunten si nuestros espacios, nuestro sexo, nuestra libertad y nuestra memoria han sido adquiridos por nosotras como caídos del cielo o si detrás hubo alguien que batalló por ellos. Efectivamente hubo alguien, es otra historia de mujeres, necesaria revivirla para valorar lo que tenemos.

Simone fue destacada atea y reivindicadora de los derechos de las mujeres, francesa combativa con la derecha, eso sí, procedía de la burguesía lo que le permitió ser una mujer estudiosa y conocer a su compañero, Sartre y que junto a Camus fundaron la revista Tiempos Modernos convirtiéndose en una importante pensadora de la época. Fue de las primeras en distinguir entre las funciones productivas y reproductivas de las mujeres, habló de la emancipación económica de las mismas y hasta de la libertad de contracepción. Fue una mujer comprometida con los derechos humanos y con el movimiento estudiantil liderado por Daniel Cohn-Bendit, en aquel mayo del 68 que acuñó ese lema tan de actualidad como "el prohibido prohibir".

Como ni soy una experta en su vida y obras ni lo pretendo, tan solo dejar en su aniversario una breve reseña en recuerdo de su existencia, tan solo dejaré algunas de sus palabras extraídas del libro "El segundo sexo", que escribió entre 1948-49. Quien quiera saber más de ella no tiene más que acudir a una librería, biblioteca y mientras no nos corten la posibilidad de navegar, a través de la internet.

"El drama de la mujer consiste en ese conflicto entre la reivindicación fundamental de todo sujeto que se plantee siempre como lo esencial y las exigencias de una situación que la constituye como inesencial. ¿Cómo puede realizarse un ser humano en la situación de la mujer? ¿Qué caminos le están abiertos? ¿Cuáles desembocan en callejones sin salida? ¿Cómo encontrar la independencia en el seno de la dependencia? ¿Qué circunstancias limitan la libertad de la mujer? ¿Puede esta superarlas? He aquí las cuestiones fundamentales que desearíamos dilucidar. Es decir, que, interesándonos por las oportunidades del individuo, no definiremos tales oportunidades en términos de felicidad, sino en términos de libertad."

"Un mundo en el que hombres y mujeres fuesen iguales es fácil de imaginar, porque eso es exactamente lo que había prometido la revolución soviética: las mujeres, educadas y formadas exactamente como los hombres, trabajarían en las mismas condiciones y por los mismos salarios; la libertad erótica sería admitida por las costumbres, pero el acto sexual ya no sería considerado como un «servicio» que se remunera; la mujer estaría obligada a asegurarse otro medio de vida; el matrimonio descansaría en un libre compromiso que los cónyuges podrían denunciar cuando lo desearan; la maternidad sería libre, es decir, que se autorizaría el control de la natalidad y también el aborto, y a todas las madres y a sus hijos se les darían exactamente los mismos derechos, tanto si eran casadas como si no; las vacaciones por causa de embarazo serían costeadas por la colectividad, que asumiría el cargo de los hijos, lo cual no quiere decir que se les retiraría a sus padres, sino que no se les abandonaría."

En la URSS, durante la revolución soviética, el movimiento feminista fue de los más fuertes. Las mujeres ante la adversidad, ante la negativa no solo a su libertad, a ser tratadas de modo igualitario han sido históricamente el "sexo" mejor organizado. Básicamente como han hecho siempre los oprimidos, para salir precisamente de su opresión. No vayamos a caer ahora en la tentación de dormirnos en los laureles y permitir que quieran volver a incapacitarnos ,como se ha hecho en tantas ocasiones, para ser libres. Las mujeres necesitamos rearmarnos, construir ese paralelo feminista en la lucha de clases, ambas son necesarias de manera conjunta, sin renunciar a una cosa por la otra, de ello depende que se nos respete.

No vayamos a dejar que joyas como la del pensador reaccionario del siglo XIX, Bonald, "Las mujeres y los proletarios no pueden ni deben convertirse en autores, tanto más cuanto que no lo quieren." calen en esta sociedad nuestra donde los sectores más conservadores tienen el poder y la capacidad para que estos dictados echen por tierra todo lo conseguido. Y además porque no es posible ya la distinción, las mujeres somos mujeres y además trabajadoras.

Prefiero quedarme con Marx, que también fue considerado y valorado por Simone en esta magnífico y adelantado ensayo para su época.

Cuenta Marx en una nota de El capital: «El fabricante M. E. me hizo saber que en sus telares mecánicos solamente empleaba mujeres, y que daba preferencia a las casadas, y, entre estas, a las que tenían en casa una familia que mantener, porque ponían mucha más atención y mostraban más docilidad que las solteras, ya que tenían que trabajar hasta el agotamiento de sus fuerzas para procurar a los suyos los medios de subsistencia indispensables. Así es -añade Marx- cómo son falsedades las cualidades propias de la mujer en detrimento suyo y cómo todos los elementos morales y delicados de su naturaleza se transforman en medios para esclavizarla y hacerla sufrir.»

Nada de lo que rodea a la vida de las mujeres ha sido fácil, nuestros derechos lo son, y nuestra consideración en sociedad es, sencillamente porque estábamos allí. No lo olvidemos.

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