Sin perder la esperanza soñar, reír y llorar.
Sin perder la esperanza observar, aprender y actuar.
Sin perder la esperanza, a veces se pierde
Pero gracias a la resistencia humana en los lugares más inhóspito y hostiles no tenemos más obligación que resistir y persistir en ti.
Vida

martes, 24 de febrero de 2015

Granada 2015


Quedan tres meses para las elecciones municipales, tres meses en los que aún, para mi fuerza política, IU, no está clara la forma en la que vamos a concurrir, si como IU, o como alguna Plataforma ciudadana que aglutine a la indignación que llevamos padeciendo en nuestra ciudad tras tres legislaturas del PP. Todo está por ver aunque se ha de reconocer el esfuerzo y trabajo colectivo de tantas personas que llevan (llevamos) desde el mes de septiembre participando activamente para intentar ser esa alternativa de esperanza, ilusión y unidad en Granada desde la confluencia. 

Para mí, necesaria para no dividir el voto, básicamente de izquierdas, y para construir por fin una ciudad radicalmente distinta a la que nos ha impuesto la derecha granadina. El reto no es pequeño y quizá, lleguemos tarde todos y todas por no haberlo lanzado con más antelación, ya que el tiempo apremia, las candidaturas deben estar presentadas a mitad de abril y las partes (políticas) en concierto, con su diversidad, continúan trabajando en esa posibilidad de unidad.

Claro que sería importante llegar a un acuerdo común de convergencia, la suma de las divisiones siempre es más y no está Granada y sus habitantes como para seguir permitiéndose un gobierno que no vela por los servicios sociales, la igualdad, los barrios excluídos, la interculturalidad, el respeto a los inmigrantes, que no cuenta con albergue municipal, que especula con la vivienda y los muertos ante un cementerio privatizado, el paro, la cultura, la cooperación con los países más empobrecidos, la pobreza energética, los suministros vitales, nuestra vega, nuestros parques públicos, nuestros jóvenes, la educación pública, el derecho a la vivienda, el transporte público, la laicidad, el asociacionismo, la protección de los trabajadores municipales o la prestación de servicios públicos con máxima calidad y garantías laborales, no, no estamos para seguir dejando Granada en manos de los privatizadores, capillitas y recortadores populares. No estamos para mantener un gobierno municipal con escasas actitudes democráticas.

Y para recuperar la democracia real para Granada, tal y como escribí hace unos tres años en otro artículo en este blog, es necesario no olvidar los barrios, ya que en los barrios se forja la creación del sujeto colectivo en la sociedad. Tan vital e imprescindible en estos días. Anímo a quien sienta la necesidad de seguir construyendo ciudadanía, a quien crea que la democracia que tenemos es insuficiente, a  luchar por democratizar los barrios, si conseguimos que la gente participe en la cotidianeidad vecinal estaremos en condiciones de construir ese poder popular que haga que la democracia tenga sentido. Nada se crea desde arriba, nada se configura desde lo abstracto, con el lema que nos caracteriza a los que nos consideramos internacionalistas: piensa global, actúa local, es como se ejerce esa ciudadanía responsable.

No es imposible, solo hay que intentarlo. La apatía y la pereza, la sumisión y la comodidad, el clientelismo y manipulación de determinados grupos políticos de lo que en los 60/70 fue un honroso y potente movimiento vecinal que combatía ya entonces la exclusión social, que defendía el salario digno y el derecho a la vivienda, son esas cuestiones que hoy hay que recuperar, porque todo esto es nefasto amigo de la democracia, se le pone fácil el camino a quien gobierna para ejecutar decisiones con las que seguramente no se esté de acuerdo, si no encuentra ningún obstáculo, ninguna queja, ninguna protesta o a quien hace política utilizando asociaciones o colectivos vecinales para su beneficio propio. 
 
Hay que democratizar los barrios, los bloques de vecinos, el entorno en el que cada cual se mueve, se empieza por ahí, lo demás vendrá solo.  

Dos cuestiones: el programa electoral con el que concurrir a las municipales, y una candidatura capaz de llevarlo a cabo bajo determinados criterios y sujeta a un código ético. 

El programa electoral es un proyecto político de ciudad, un conjunto de ideas y propuestas para cambiar Granada que además debe ser muy participado y avanzar en la gestión pública con corresponsabilidad y codecisión ciudadana. No se puede gobernar al margen del pueblo, no se pueden tomar decisiones que no se consensuan con todas las partes implicadas, esto que sabe hacer tan bien el PP de Granada. No voy a profundizar en la Granada que quiero, porque sería muy largo, pero básicamente quiero una ciudad habitable, sin presiones urbanísticas, sin desahucios, sin ataques arzobispales a las mujeres o los homosexuales, sin recortes en los servicios sociales, sin desempleo, sin atropellos ambientales, sin hambre, sin fiestas contra los derechos humanos, sin arrebato de derechos y libertades...

La otra pata importante es la candidatura, probablemente lo más difícil por esa conjunción de personas y organizaciones sociales y politicas que son las que intentan confluir en torno a unos ejes comunes. Para mí, una candidatura para Granada debe tener varios elementos: 

1.- Personas que conozcan los entresijos municipales, las entrañas del Ayuntamiento 

2.- Personas procedentes de los barrios excluidos, empoderamiento social

3 .- Personas que representen a la clase trabajadora de Granada, empoderamiento de clase

4.- Personas cuyo fin de estar en una candidatura no sea la promoción personal sino el proyecto colectivo y ser un instrumento de transformación social imprescindible para Granada, al servicio del pueblo granadino

5.- Personas que en su trayectoria ciudadana, social o política hayan velado siempre por el interés general de los más desfavorecidos, de los ignorados, anteponiendo estos intereses a los suyos personales 

6.- Personas que, al fin y al cabo, sepan que la conciencia social, la educación, la sociedad del conocimiento debe empezar desde las capas sociales empobrecidas, y sea esta una verdadera apuesta municipal, porque la cultura es poder y nos pertenece a todos y todas.

Porque creo en los proyectos politicos unitarios, pero sobre todo creo en las personas, la gente, como tal, no existe, no es palpable, las personas sí, y hacen falta personas honestas, trabajadoras, humildes, no conflictivas, que no tengan en su curriculum estrategias de manipulación ni insanas ambiciones de poder por el poder, que no engañen a otras personas, que no mientan, que no paternalicen a las que padecen ignorancia o analfabetismo, que puedan estar cohesionadas, y que, en definitiva, sepan que estar en un Ayuntamiento es no tener horario, es atender a quien te reclama, es ayudar al necesitado, es proteger a los y las trabajadoras, en la institución, y en la calle, es garantizar servicios públicos para todos  y todas, y que ese, solo ese, sea el fin de recuperar Granada.

No creo en las personas a las que se les suben los cargos a la cabeza, no creo en las imposiciones, no creo en proyectos políticos donde lo colectivo, el respeto y el fin social no sean su base, y los proyectos políticos se construyen con personas, las que no van por ese camino sin duda, no me representarán nunca, sea en plataformas de confluencia, sea en la propia IU
























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